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Interrogantes

Hoy
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         El inocente aceptó la mano que le ofreció golosinas; sin embargo, supo del sabor de la amargura…
           La inocente aceptó el abrazo de quien le dijo princesa; sin embargo, supo de la desolación de noches eternas…
         Y así fue como niño y niña inocentes se convirtieron en niño y niña dolientes.  Así fue también como ganó espacios el ladrón de la inocencia…
       Hoy, niños y  niñas – algunos aún inocentes; otros ya dolientes- esperan nuestra palabra, nuestra mirada, nuestros cuidados…


            Sea esta nuestra invitación.  Como respuesta la exigencia será tan sólo una: Asumir el compromiso de hacernos cargo de velar por quienes son más indefensos - los niños y su inocencia.  Por ellos, en representación de ellos, hoy nos convocamos para iniciar un Programa cuya finalidad es proteger, directamente, la infancia y, consecuentemente, la familia y la comunidad toda; pues, cuando un niño(a) es agredido(a), se ve afectada en sus raíces, aunque de distinta manera, toda nuestra sociedad.

            El abuso sexual infantil es uno de los actos de mayor violencia, pues en él, un adulto elige a su víctima y, astutamente, poniéndose disfraz de cordero, lleva a cabo un plan, una estrategia de agresión a un ser indefenso.  Un ser indefenso a quien sub-yuga, seduce; un ser sobre el cual siempre tiene poder. Un ser  que posee la fragilidad de quien, por recién iniciar la construcción de la historia de su vida, depende,  a veces absolutamente, de la protección de los adultos con quienes le ha tocado convivir. Y aquí, surge otro factor que otorga más crueldad a las historias de niños-as abusados-as… La más de las veces, el agresor será uno de esos adultos que aparecía ante el niño como protector, como confiable, como alguien que le amaba y por el cual él estaba aprendiendo a amar.

            Sí, el abuso sexual infantil no sólo es un acto de violencia, sino uno de los mayores actos de violencia y de mayor crueldad. 

            “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le   fuera    que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”
Mateo 18:6

        Toda violencia es destructiva; pero en este caso, esta violencia implica acciones que se cometen contra un(a) niño(a): una violencia que adquiere el carácter de PERVERSA...

            ¿Por qué?  Porque el costo es la pérdida de la inocencia…Porque en forma abrupta se corta la continuidad de la historia de una vida y en sus primeras etapas: cuando prima la indefensión, la fragilidad, la dependencia; cuando requería mayor protección y, precisamente, de quien generalmente es el abusador...

            ¿Por qué?    Porque termina con la inocencia que es la esencia de la niñez...


Hoy les invitamos a preguntarse:

¿Cuál es el costo de esos momentos de indefensión; cuando el auxilio no llegó a tiempo; cuando la desolación y el miedo violaron, tal vez no un cuerpo, pero sí el alma?

¿Realmente, es posible la llamada “reparación de la víctima de abuso sexual infantil”?

¿Es posible “reparar” la inocencia derribada por un ser envilecido que, seguramente, antes te hizo creer que te amaba; a quien tú  amabas y, tal vez, admirabas?

¿Es posible “reparar” la confianza en ti mismo y en los demás; en “los tuyos”?

¿Es posible “reparar” el sentido de la ternura y, consecuentemente, la    posibilidad de dar y recibir una sana caricia y,  más adelante, ser capaz de entregarse y recibir al otro, en un sentido abrazo sexual?

¿Es posible “reparar” la continuidad de la línea de crecimiento que seguía el ritmo de maduración propio de las edades y, entonces, recuperar la   inocencia?

¿Es posible "reparar" las heridas que dejan el miedo, la pérdida  del respeto por sí mismo y del sentido de dignidad y de familia?

¿Es posible, cuando ya adulto, reparar las heridas del alma, a través de la fe, misericordia y perdón; aunque no haya olvido?

¿Es posible “reparar” la propia imagen de sí y recuperar las ansias y alegría de vivir?

¿Es posible “reparar” esa tristeza que subyace y algún día dejar de llorar y de mirarse con lástima o mirar con lástima a la hija o  hijo abusados?

¿Es posible “reparar” esa continuidad de la historia de nuestras vidas e integrar ese abuso sexual en nuestra biografía, de tal forma no nos siga dañando?     

                        Sí… El ser humano puede superar las circunstancias y hacer de las crisis y del sufrimiento, un ejercicio de reto, fortaleza  y crecimiento.  Para ello: amor y justicia... 


Nuestro homenaje de admiración a

Vinka Jackson

       Nuestro agradecimiento a la Productora Oria Films, en la persona de Puy Oria, quien atendió a nuestra necesidad de educarnos para educar a nuestros hijos y nos regaló la posibilidad de acceder a su película "No tengas miedo" de Montxo Armendáriz.



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